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Pasión por el trabajo.

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El concepto que tenemos del trabajo varía según las circunstancias y el contexto histórico. En los albores de la humanidad, nos encontramos con la maldición bíblica, considerando el trabajo como un castigo, obteniendo sus frutos no sin sudor y esfuerzo. Hoy día, con más de 5 millones de parados y camino de los 6 millones, gozar de un trabajo fijo es casi como tocarte la lotería primitiva.

De manera que según sean las relaciones laborales de la empresa y, sobre todo, según sea nuestra predisposición, el trabajo se puede convertir en una tortura o en un placer.

Sostengo que para ser feliz, uno debe entregarse a la consecución de su meta apasionadamente y esto en cualquier orden de la vida.  Tanto los directivos como los trabajadores de una empresa conseguirán mayor gratificación si afrontan su tarea con pasión y esto significa poner a trabajar su talento a máximo rendimiento, vaciarse en el empeño.

Es responsabilidad del directivo la  Planificación, Organización, Delegación, Motivación , Formación y Ética.-  No es este el momento de desarrollar cada una de estas facetas, pero gestionándolas adecuadamente, al igual que el escultor va rompiendo el mármol, hasta transformar un bloque en una bella estatua, así también el directivo tiene que pulir, que apoyar el desarrollo de su colaborador hasta hacer con él una obra de arte.  Invertir en el trabajador es, sin duda,  una inversión rentable.

La disciplina es uno de los valores o principios que es inherente a cualquier empresa o trabajo. Pero mientras la obediencia basada en el temor y en el ordeno y mando no suele ir acompañada de buenos resultados, al menos no recurrentes en el tiempo, el buen directivo sabe que la obediencia por convicción, basada en la necesaria y adecuada información,  gana las voluntades de los colaboradores y propicia que den lo mejor de ellos mismos. En este aspecto, la información es fundamental.  No es lo mismo el que piensa que su trabajo es poner ladrillos, que el compañero de éste, que es consciente de que está trabajando para construir una catedral.

Sin desdeñar, ni mucho menos, las nuevas tecnologías, absolutamente imprescindibles, creo que todavía podemos aprender bastante volviendo la vista atrás. Por ejemplo, observando la precisión, el gusto por la tarea bien hecha.  Nuestra labor directiva tiene mucho de trabajo artesanal, de hacer las cosas con mimo, con delicadeza, atendiendo el detalle, no siendo tacaños con el tiempo dedicado  al cliente.

No sólo se consiguen las ventas ofreciendo una explicación técnica del producto, sino transmitiendo al cliente la pasión convincente que debe poner el gestor al atenderle.  Tener como objetivo sorprender al cliente, seducirle, ofreciéndole siempre un poco más de lo que aquél nos viene a pedir. Todo es cuestión de detalles.

En mi opinión, el principal objetivo de todo profesional es lograr disfrutar con su trabajo, vivirlo apasionadamente, y esto aunque su tarea sea la más aburrida del mundo. Recuerdo, como experiencia personal ya lejana, una etapa en la que, buena parte de mi trabajo, consistía n archivar montones de fichas por orden alfabético, una labor aparentemente tediosa.  Para ponerle “chispa”, me cronometraba y cada día trataba de superarme y batir mi propio récord en cuanto al tiempo que utilizaba para finalizar. De esta forma, encontraba entretenimiento y satisfacción. Como se puede ver, todo es cuestión de  ponerle un poco de imaginación.

Vivir apasionadamente el trabajo, significa, entre otras cosas:

·        Ante una actitud pesimista, de constante lamento, propongo una visión positiva de las cosas. No se trata de un optimismo iluso y desmedido, sino de mantener un adecuado estado vital de ánimo.

·        Ante el conformismo, propongo ejercitar nuestro espíritu de superación. Esforzarme en adquirir la formación idónea para realizar mi trabajo en las mejores condiciones y obtener el mayor rendimiento.

·        Ante al desinterés y comodidad de quedarme donde estoy, propongo tener sana ambición por escalar con el consiguiente esfuerzo, a otros puestos de mayor responsabilidad.

·        Frente a la regla del mínimo esfuerzo, propongo la profesionalidad responsable.

·        Frente a la rutina diaria, propongo ejercitar la creatividad para encontrar en mi trabajo nuevas facetas y matices, que proporcionen frescura.

·        Frente a la pasividad y frialdad, propongo el entusiasmo y la ilusión.

Para finalizar y como regla práctica, aún a riesgo de que alguien pueda tomarlo a broma, uno de los termómetros que mide el grado de pasión por nuestro trabajo lo visualizamos cuando, al tocar el despertador, nos levantamos rápidamente y con ganas de afrontar la jornada o, por el contrario, nos hacemos los remolones y demoramos al máximo el salir de la cama para acudir al trabajo. Tener la voluntad de afrontar el día con excelente actitud es casi tener ganada la jornada.



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