Aún sin realizar ningún estudio sobre la materia, intuyo que existe un elevado porcentaje de empleados que viven más o menos alejados de su lugar de trabajo. Es muy probable que, para muchos, esto sea una dificultad añadida y una monótona adversidad.
Las personas felices suelen ser las que saben poner suficiente imaginación para encontrar los aspectos positivos de los hechos y circunstancias que nos afectan, aunque estos sean rutinarios o desfavorables.
Por ejemplo, el tiempo que tardamos en realizar el desplazamiento desde casa hasta el trabajo es un buen momento para poner en orden nuestros pensamientos y planificar la jornada. Después de una ducha y un buen desayuno, salvo que hayamos trasnochado, el cuerpo se encuentra bien físicamente y la mente despejada.
Los que juegan o hemos jugado al fútbol, más o menos en serio, antes del partido real, jugamos otro partido virtual. Nuestra mente se anticipa y visualiza las jugadas y la forma en la que se van a producir, qué táctica debo emplear, cómo me voy a desmarcar y de qué manera voy a reaccionar cuando tenga al portero o al delantero en frente. Posteriormente, la realidad coincidirá o no con su plan preestablecido.
El directivo puede aprovechar esos minutos que le lleva hacer el recorrido hasta el trabajo para visualizar la jornada laboral, para planificarla, para analizar y buscar la mejor solución al asunto que se dejó ayer encima de la mesa, para preparar la reunión que esa mañana tendrá con sus compañeros, pero, sobre todo, para establecer las prioridades del día y marcar las dos o tres cosas importantes que tiene que hacer hoy, dicho de otro modo, para determinar las actuaciones que le exigen los Cuadres Comercial y Humano del día .
En definitiva, se trata de elaborar la hoja de ruta de la jornada, de fijarse unos objetivos. El error en el que un directivo no puede caer y debe evitar es comenzar su jornada de trabajo sin haber establecido las coordenadas de un rumbo claro y concreto, dejando que sea el viento de los acontecimientos y de las demás personas el que te vaya llevando según hacia donde sople aquél.
No se trata tanto de aprovechar el recurso Tiempo (que, sin duda, también debemos valorar), sino de tener una referencia que, al final de la jornada, nos permita saber si hoy hemos realizado el Cuadre Comercial y el Humano, que nos haga sentir satisfechos por el deber cumplido, porque hemos alcanzado esas dos o tres metas importantes, que nos habíamos propuesto antes de comenzar la jornada yendo de camino hacia el trabajo.